Nacido en un pequeño pueblo de la sierra de Oaxaca, pariente de doña María Sabina y descendiente de una familia de chamanes, Iván Ramón es un talentoso psicólogo autóctono mexicano. A los cinco años, Iván Ramón empezó a manifestar señales de una sensibilidad extraordinaria y extraña. De pronto, su personalidad cambiaba junto con su voz y su conducta se transformaba. Creyéndolo loco, su madre no se imaginaba que aquellos eran los primeros signos de una mediumnidad portentosa, y en lugar de estimularlo, lo castigaba. Reprimido, este psicólogo autóctono no se entrevió a “abrirse” de nuevo sino hasta los quince años, cuando espontáneamente estaba en trance y comunicaba sus vivencias.
Actualmente, Iván Ramón trabaja en la Ciudad de México dando consultas a decenas de pacientes que lo van a visitar buscando curación para sus males y enfermedades. Cuando un paciente acude a su consultorio autóctono, Iván Ramón siente en las puntas de sus dedos la característica “vibración” de la persona. Una vez detectada, coloca sus dedos sobre un listón y espera, atento, por alguna señal. Este psicólogo afirma que es capaz de identificar la energía especifica e individual de cada paciente y que al colocar sus dedos sobre el listón, envía un código energético inconfundible, a inteligencias superiores que lo reciben y decodifican. Dependiendo de esta última operación, responden con un diagnóstico. Si no responde, quiere decir que el paciente morirá y que no puede ser curado.
Iván Ramón afirma que el porcentaje acertado de predicciones, efectuado con este método, es muy elevado. Después de recibir la contestación al código energético, Iván Ramón decide el tratamiento a utilizar con cada paciente. Con algunos utiliza hiervas y despojos. Estos últimos consisten en una maniobra complicada en el cual, después de frotar la nuca y la frente del paciente con un líquido especial, Iván Ramón golpea y da masajes a diferentes partes del cuerpo del paciente. Según el, este tratamiento tiene como efecto el logro de un equilibrio energético.
Otros tratamientos incluyen baños de vapor, alternados con friegas de agua helada, y la introducción del paciente a un pequeño cajón dentro del cual se evaporan hierbas. Iván Ramón afirma ser capaz de curar enfermedades como el cáncer, las úlceras, la epilepsia, infecciones virales, etc. Uno de los trabajos más interesantes que efectúa es el exorcismo. De acuerdo con su visión de la realidad, en esta se encuentran seres que han muerto y que no encuentran el camino de un desarrollo saludable. Estos seres son los que se apropian de mentes inocentes y las martirizan creyéndolas su propiedad. Cuando un paciente llega con este psicólogo autóctono quejándose de oír voces extrañas que le mandan hacer cosas absurdas y dañinas, Iván Ramón prepara una ceremonia especial mediante la cual protege a su paciente y le da poder para rechazar a las entidades intrusas. En esta ceremonia, Iván Ramón entra en trance y un ser de luz y fuerza hace el trabajo de exorcismo, a través de su cuerpo.
Estos seres sobrenaturales son los que le han enseñado a este psicólogo autóctono todo lo que sabe. Me ha tocado asistir a varias sesiones en las que he podido presenciar la forma en que Iván Ramón entra en su trance. Esto incluye una serie de movimientos y respiraciones intensas, parecidas a suspiros profundos, tras los cuales ocurre un cambio total de su personalidad. He observado por lo menos cuatro personalidades alternativas en Iván Ramón: un anciano, un chino, un guerrero y un filósofo. Durante su manifestación, el recinto en el que trabajaba parece impregnarse de una atmósfera electrizante y poderosamente sugerente de la existencia real de seres colosales. Estos pronuncian discursos magníficos y ejecutan los trabajos de limpia o despojos.
Los procesos de curación y todos los fenómenos que existen están, de acuerdo con Iván Ramón, regulados por la interacción de dos poderes. Por un lado, un poder masculino; el padre o dios. El padre guía y la madre manifiesta; dios decide y la tierra ejecuta. Tanto la naturaleza como dios se sirven de intermediarios para realizar los fenómenos. Dios utiliza a seres realizados, los que se comunican con hombres preparados, como los chamanes o los santos. La naturaleza se sirve de elementales en número de cuatro: el fuego, la tierra, el aire y el agua. Iván Ramón obtiene su poder del uso de los elementales y del cumplimiento del mandato de seres de luz. De esta manera actúa como instrumento de curación.
En esta concepción de la realidad, el equilibrio entre todas las fuerzas es factor fundamental de desarrollo y salud. Cuando existe equilibrio hay salud. La enfermedad es producto de un desequilibrio.
Para este psicólogo autóctono, uno de los factores más desequilibrantes de la actualidad son los químicos que el hombre usa en su alimentación y en su medicina alópata. Frente a esta, Iván Ramón utiliza medicamentos de la naturaleza. Las limpias de fuego y de agua abundan en sus tratamientos.
La enfermedad mental es, según este chaman, producto de la interferencia que seres de bajo desarrollo tienen con el cerebro y la mente humana. Estas interferencias son provocadas por trabajos de brujería en los que se ordena a un “bajo astral” interactuar con un cerebro normal para afectar sus circuitos neuronales y desencadenar explosiones energéticas desequilibrantes. Los bajos astrales son seres que pueden o no tener cuerpos propios, los que antes de su condición actual eran hombres que no pudieron desarrollarse o que causaron grandes daños. Estos seres son esclavos de los hechiceros, quienes los utilizan para sus daños.
Dentro de los conceptos de realidad de Iván Ramón, la reencarnación, la ley de causa y efecto y la existencia de diferentes niveles de realidad y de conciencia, son lugares comunes. Iván Ramón afirma conocer sus propias vidas pasadas y saber, además, las de sus pacientes. Él dice haber vivido en tiempo de los aztecas, como servidor de uno de los templos: el del dios Huitzilopochtli. De este dios, Iván Ramón afirma que era un devorador de corazones astrales, no para hacer el mal sino para estimular su desarrollo.
Como parte de su contacto con el origen de lo mexicano, Iván Ramón afirma estar recibiendo mensajes de los habitantes etéreos del panteón azteca, quienes le informan acerca de la posibilidad de que uno o varios de nuestros volcanes (él les llama “luminarias”) entre en erupción. Dice este psicólogo autóctono que en Guanajuato existe una laguna llamada Yuridia, que contiene señales de acontecimientos futuros.
Dependiendo de la coloración del agua y de su nivel, se puede saber lo que acontecerá.
El concepto de seres suprahumanos vivos e independientes y con los cuales un chamán puede entrar en contacto, es una de las más comunes creencias entre los hombres de conocimiento. Doña pachita, don Florencio, don lucio y el propio Iván Ramón lo sostienen como un hecho indubitable.
Obviamente, la comprobación de tal hecho esta todavía, fuera del alcance de nuestra ciencia, la que no puede validar, aunque tampoco negar, tal posibilidad. Basta recordar que todavía no sabemos cuál es el origen de nuestra capacidad de conciencia y experiencia para comprender lo anterior. En general, la psiquiatría contemporánea se está interesando por algunas de las actividades de los chamanes; por ejemplo, su uso de hierbas medicinales.
Existen, sin embargo, dos corrientes dentro de la psiquiatría: una que mantiene que el curanderismo en general, y el chamanismo en particular, están totalmente desligados y no pueden contemplarse dentro de la practica científica. La otra corriente considera que existe una sabiduría milenaria en el chamán que debe ser aprovechada y conocida.
Un estudio serio acerca de los pacientes curados por los chamanes, en comparación con los curados por los psiquiatras, ilustraría el estado de realidad en ambas prácticas. Creo que una investigación de este tipo podría hacer que nos llevásemos muchas sorpresas.