Don Florencio es uno de los miembros del grupo de campesinos que vive en Morelos y que se han dedicado, durante los últimos años al desarrollo de una serie de prácticas dirigidas a la expansión de la conciencia.
En la actualidad, Don Florencio es el guardián del grupo y tiene como función la de vigilar que sus prácticas no pierdan rigor o se desvíen.
Antecedentes
A fines del siglo pasado se inició en Xochimilco un nuevo linaje de psicólogos autóctonos. Este linaje se dedica a desarrollar, entre sus miembros más sensibles, una capacidad para penetrar en niveles más sensibles, una capacidad para penetrar en niveles alterados de conciencia y vivir un nivel de realidad alterna, en la cual recibían mensajes y lograban cogniciones lúdicas acerca de acontecimientos históricos y personales. Cada domingo, durante más de medio siglo, este linaje se reunió para recibir lo que ellos denominaban “cátedras”, impartidas por algún miembro veterano, el que entraba en trance, y en ese estado recibía una serie de mensajes que, a su vez, transmitía a sus oyentes. Este grupo de campesinos pertenecen a una serie de congregaciones que trabaja en la ciudad de México, Yautepec, Totolapan y otros pueblos del estado de Morelos y que parecen ser descendientes del primer grupo antes mencionado.
El grupo de Don Florencio está organizado en una forma muy similar a la de los otros grupos. Estas organizaciones están comandadas por un triunvirato, constituido por un guardián, un guía y un personaje llamado Pedro. La función del guardián, como ya lo mencionamos, es la de vigilar las prácticas del grupo; el guía dirige su desarrollo, y Pedro se encarga de mantener su cohesión. Además de este triunvirato dirigente, existen las llamadas facultades, las que actúan como receptores y transmisoras de los mensajes. Estas facultades reciben un entrenamiento que las prepara para su labor mediumnística. Los mensajes son transmitidos mediante discursos denominados “cátedras”, que son ofrecidas por estas facultades, en estado de trance los domingos. Los grupos también están formados por las llamadas “columnas”, encargadas de vigilar que los mensajes de las facultades lleguen a oídos atentos. En una transmisión directa de una conversación mantenida con Don Florencio, este hace un relato de la fenomenología de la entrada de una facultad en el estado de trance, en el cual ofrece una cátedra.
El concepto de la vida de don Florencio
Según Don Florencio, no existe muerte del Ser. Únicamente aquellos que se han comportado negativamente durante su vida, los que han causado daño y dolor, mueren definitivamente. En cambio, los seres humanos bondadosos y que han hecho el bien, viven para siempre. Según Don Florencio la reencarnación existe y el sentido de la existencia es el logro de un cada vez mayor contacto con la esencia. La esencia, de acuerdo al linaje de Don Florencio, se presenta a una facultad desarrollada para dar catedra. La esencia es verdadera cuando en sucesivas cátedras se muestran cambios. Y es falsa o materializada cuando en las cátedras se repite el mismo discurso. Esto ultimo es señal de que la facultad es pobre en su desarrollo. La esencia es interna y no externa. Es decir, lo que una facultad aprende durante su desarrollo es a establecer un contacto consigo misma. El desarrollo de una facultad se llama desprendimiento. El candidato a convertirse en facultad aprende a separarse o desprenderse de su cuerpo para poder conectarse con la esencia o con algún ser espiritual de categoría intermedia entre los seres humanos convencionales y la esencia.
Las tribus de seres espirituales
Según Don Florencio, cada ser espiritual tiene un nivel diferente de contacto con la esencia. Una facultad que tiene contacto con un ser espiritual recibe el nivel de contacto con la esencia. Don Florencio menciona nombres como: Benjamín de la Selva, Pluma Azul, Piel Roja, etc.., Para identificar la tribu de seres espirituales con los que las facultades de su templo han establecido contacto.
Aprendizaje de don Florencio
Este psicólogo autóctono me confesó que su desarrollo ha tomado diez años y que sus maestros han sido facultades de diferentes templos de la ciudad de México, Yautepec y Totolapan. En su aprendizaje Don Florencio ha pasado por diferentes etapas o niveles. En un principio el creía que tanto los seres espirituales como la esencia eran externos e independientes de si mismo. En la actualidad cree que la esencia es interna y que se encuentra en todos los niveles de organización del ser humano, desde sus células, tejidos, órganos, hasta su persona como una totalidad.
Las cátedras
Todos los domingos Don Florencio ofrece una catedra a los miembros de su comunidad. En un recinto cerrado se reúnen el guía y el Pedro de la comunidad, junto con las facultades y los habitantes del pueblo (la mayoría mujeres). Se encienden tres grandes cirios frente al altar de siete peldaños y el guía de la comunidad comienza a hablar. Sus palabras son enmarcadas por las flores del altar y un cuadro de un ojo del cual salen siete rayos. El discurso del guía invita al recogimiento, la oración y la meditación. Habla acerca de la llegada de la esencia, y prepara al guardián para que entre en trance y pueda, en ese estado, hablar a la comunidad.
Después de varios minutos el guardián (Don Florencio) cae en una especie de estupor acompañado por ligeros movimientos corporales. Cierra los ojos y ocupa la silla mas grande del estado. Cuando el guía termina su discurso, Don Florencio empieza el suyo.