Los graniceros del Popocatépetl

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Desde la época prehispánica el área que rodea a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl está llena de misterio, desde por ejemplo, un ovni en forma de cigarro entrando al cráter del volcán, hasta gritos horribles en la noche, que difícilmente parecen un animal y menos aún un ser humano, por supuesto, los chamanes de esa área no podían quedarse atrás, ellos cuentan con una de las iniciaciones chamánicas más extremas.

La iniciación de estos chamanes es por medio de la caída de un rayo, mismo que puede dejarlos inconscientes unos momentos, unas horas o hasta años, como en el caso de don Lucio Campos.

Estos chamanes son llamados graniceros, también conocidos como tiemperos, llovizneros o aguadores, se encuentran principalmente en los pueblos aledaños al Popocatépetl, podría decirse que todos los pueblos cercanos cuentan con al menos un granicero. Pero también se puede encontrar graniceros a lo largo de todo el país.

Ellos cuentan con mucho respeto en sus comunidades, las personas confían en ellos, creen incluso que si don goyo (como suelen llamar a el volcán Popocatépetl) fuera a hacer erupción, este les avisaría a través del chaman, razón por la cual estas comunidades viven muy tranquilas aun cuando, por recomendación oficial, deberían desalojar el área de inmediato.

Al igual que los chamanes de otros linajes, los tiemperos pueden curar, predecir el futuro y ahuyentar malos espíritus, pero su diferencia radica en que junto con la ayuda de los señores del tiempo, como don lucio los llama, son capaces de controlar el clima, las lluvias, las tormentas.

Dirigen las ceremonias para agradecer con ofrendas a la naturaleza y a los espíritus por las buenas cosechas y para pedir por la próxima.

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  • "Los llovizneros o graniceros están predestinados para ser chamanes a partir de que les cae un rayo que los quema y no los mata; son los hijos de Tláloc, Dios de la lluvia, quien los elige de ese modo para convertirlos en curanderos y que trabajen con los elementos del clima.

    Son capaces de hablar con las nubes, con el viento, con las heladas y con las granizadas, a los que pueden anunciar, desviar o modificar; es un don otorgado por el Dios Tláloc dentro de la tradición médica indígena"